ansiedad y wall street

Llevo desde Diciembre sin escribir en el blog. Allá por Octubre tuve lo que se conoce como un «breakdown» en el trabajo y ha sacudido toda mi vida.

Si estás leyendo estas líneas y te ha pasado, lo entenderás. La sociedad en que vivimos conlleva tantos cambios, expectativas, estrés… que a día de hoy las crisis de ansiedad, y enfermedades mentales están muy extendidas. Y hablo solo de aquellas que están reconocidas por un médico, pero cuántas personas habrá que las experimenten pero no etiqueten como tal.

Contar esto aquí es algo muy personal pero si algo he aprendido en esta época es que sólo aceptando lo que te pasa, puedes mejorar. Y aunque a día de hoy estos temas se traten con más normalidad, de algún modo aún siguen siendo tabú.

Advertencia: este post poco habla de trading o inversiones. Es una reflexión sobre la autoexigencia, que si estás en el mercado financiero… es posible que la conozcas, pero no tiene este artículo mayor objetivo que divagar conmigo misma para entender por qué acabe en esta industria y escribiendo este blog.

¡Avisad@ quedas!

Responsabilidad

Desde que tengo memoria, me recuerdo siendo una persona muy responsable. En el colegio siempre quería sacar buenas notas y aprender. Recuerdo algunas clases donde casi nadie escuchaba, y que un profesor me dijese que eran los únicos ojos vivos que le prestaban atención. En parte por que me interesaba mucho aprender, y por otro lado por mostrar respeto a quien se esforzaba por enseñar y no recibía interés alguno (exigencia + empatía).

Nunca fui una gran lectora, pero muchas veces llevaba un libro en la mochila en mi tiempo libre. Lo más probable es que no lo leyese, pero en mi cabeza tenía la necesidad de obligarme a aprender algo nuevo cada día.

También iba al conservatorio, a estudiar guitarra y por ello muchos días durante años, desde que me levantaba temprano hasta la noche, estaba estudiando.

Durante la carrera, recuerdo agobiarme por sentir que no estaba aprendiendo lo suficiente, por pensar que el título que me iba a sacar no serviría de nada, y que por tanto todo lo que me había esforzado, no serviría de mucho. Incluso estando de Erasmus, trabajé todo el tiempo mientras estudiaba para aprender el idioma y «mantenerme», mientras que la mayoría de mis compañeros se pasaban el día en la residencia sin estudiar ni hacer nada.

Carrera Profesional

Hasta aquí todo bien no? Nada excepcional… la cuestión es que cuando tienes este tipo de personalidad y encuentras un trabajo donde te sientes realizad@, la cosa puede complicarse.

Me vi acabando una carrera donde se nos prometió una salida por ser la primera promoción, y aún sacando de las mejores notas, sabía que me iba a comer los mocos. Siendo las únicas opciones estudiar para entrar en la policía, o sacarme un título de detective privado después de hacer unas prácticas (historia para otro día).

Entonces descubrí el marketing digital por cosas de la vida, y me puse a aprender como si no hubiese un mañana. Empecé en una pequeña agencia en mi ciudad y al año y medio supe que tenía que irme, que mi futuro no podía quedarse ahí. Así pues, rumbo a Londres y sin frenos.

Londres

Allí descubrí un mundo nuevo, lleno de oportunidades y con bastante suerte y cara, encontré un buen trabajo nada más llegar. Los primeros meses fueron fantásticos y sentía que había encontrado mi sitio.

Entonces una gran piedra se cruzó en mi camino. Por resumirlo y no dramatizar, diré que un individuo me complicó la existencia. Yo no sabía qué estaba provocando en mí pero ahora sé que una ansiedad «del copón».

Con los conocimientos que ahora tengo, si topase con alguien así, le pondría solución o me iría directamente. Pero mirar atrás no vale y yo decidí aguantar con la excusa de que aprendería mucho a su lado o de que no podía quedarme sin trabajo en el extranjero.

Y así fue, porque durante ese tiempo aprendí mucho y me sirvió para mis futuros trabajos, pero el daño que me hizo tuvo un gran impacto en mí… hasta que decidí que había tenido suficiente después de una jornada intensa.

Camino a «Wall Street»

Una vez dejé el trabajo, tenía que buscar un nuevo rumbo, y tras buscar varias opciones, topé con IG Group. Uno de los brokers más grandes del mundo, en pleno Bank, frente al Támesis.

Allí me adentré en la industria y de algún modo me enamoré de ella y de la empresa tan increíble con que me había topado. Y aunque no fue un camino de rosas, los recuerdos son muy muy buenos.

Cuando trabajaba en la cafetería de Manchester recuerdo ver entrar por la puerta a trabajadores de las oficinas de alrededor, y yo muy lejos de aquello, soñaba con poder algún día llegar a tener un trabajo así. Y por fin lo había conseguido. 

Pude conocer a inversores de renombre, trabajar en campañas de éxito y con analistas y profesionales de gran calibre. Incluso viajar a Nueva York y visitar la oficina de Wall Street en varias ocasiones. Y claro, en un entorno así, pues te quieres comer el mundo.

Luché por un ascenso y me vi en una posición que aunque para muchos de allí fuese algo normal, para mi era algo descabellado, porque al final «somos nuestras circunstancias». Y esto fue genial, pero hizo que arrastrase ansiedad en muchos momentos, sin tan siquiera ser consciente de ello.

Pandemia y vuelta a casa

Tras 4 años en el extranjero y viviendo muchas aventuras y experiencias excepcionales, llegó la famosa pandemia y con ella muchos cambios. Si ya de por sí la pandemia supuso un antes y un después en muchos ámbitos y una gran fuente de tristeza y preocupación, cuando te encuentras en el extranjero, lejos de tu familia, esto se intensifica.

A pesar de ello, pudimos volver a casa gracias al trabajo en remoto. Esto era algo que antes ni imaginábamos y sin embargo se normalizó tanto que nos permitió volver.

Aunque a día de hoy trabajamos principalmente en remoto, en aquel momento no sabíamos cuándo todo volvería a la normalidad, y al cabo de meses, tuve la oportunidad de cambiarme a un broker en plena costa del sol y lo hice. Me fui de la empresa con pena por dejar algo tan bueno, pero ilusión por poder trabajar en una empresa extranjera dentro de mi país, al lado de mi hogar.

Wall Street a la española

Entonces comencé en una empresa escandinava con muchísima ilusión, pero en el primer día descubrí que el que sería mi jefe resultaba ser alguien sin escrúpulos ni decencia, que desde el primer día dejó claro que quería algo conmigo. Pero pasado el tiempo y gracias a contarlo, se solucionó el problema.

Lo que pasa con este tipo de situaciones es que no se cumple el dicho de «muerto el perro se acabó la rabia», sino que dejan en ti una herida, que puede resurgir en cualquier momento.

Los años en esta empresa y el entorno tan bueno que se generó en ella, me hicieron querer a los mercados aún más. Además durante la pandemia comencé este blog y gracias a él ahondé más en los mercados, hablé con inversores/traders mediante entrevistas e incluso conseguí convertirme en afiliada de algunos. Incluso gracias a una de las entrevistas comencé a hacer un master de trading, pero que dado lo siguiente he tenido parado estos meses.

Ansiedad, que bonito nombre tienes

Esta industria tiene muchas cosas buenas, entre ellas el ritmo de los mercados: cómo todos los eventos económicos, sociales, políticos tienen un impacto en la bolsa; la cantidad de conocimientos que puedes adquirir; o la creatividad que se fomenta para buscar soluciones en un entorno tan competitivo.

Una de las áreas no tan buena es la cantidad de cambios que se dan en un período de tiempo muy corto. Hasta la fecha, esto no había supuesto un problema para mí, pero en cierto punto fue demasiado.

Llegaron cambios drásticos y el cúmulo de eventos anteriores junto a problemas físicos me hizo explotar.

Show must go on

Justo un día después de empezar a tocar con la que ahora es mi banda de música, tuve la crisis nerviosa. Y no podía creérmelo, no entendía nada.

Esa semana mi cuerpo me había avisado pues había empezado a tener visión nublosa y otros tantos achaques pero todo lo atribuía a otras causas. Es como si todo el estrés, los cambios, el acoso que había sufrido o la constante necesidad de mejorar y no fallar a los demás, me hubiese explotado en la cara.

Tuve que ausentarme unas semanas y empecé a ir a terapia. Y desde Octubre hasta hace poco, aunque volviese a trabajar, ha sido una época dura, dura de C….. Porque esto no es algo que entra y se va, sino que reaparece, se intensifica, baja y vuelve a saludarte.

Al principio en terapia toqué el problema principal y creía que por controlarlo ya todo estaría bien. Lo que sucede con estas cosas es que una vez empiezas, tienes que seguir destapando capas, y conforme más ahondas, más comprendes y mejoras, pero cada capa el trabajo se hace más duro.

Conclusiones finales

Una de las cosas que más me ayudó en este proceso, fue conocer a personas que habían pasado por lo mismo que yo, y no restarle importancia. Es fácil caer en la falacia de decir… «pero si lo que me ha pasado no es para tanto», al compararte con vidas de otras personas mucho más difíciles. Y aunque en parte sea cierto, al final nuestro organismo no distingue, y puede ver el mismo peligro cuando se acerca un león, que cuando tu sistema ha aguantado estrés durante demasiado tiempo.

No es casualidad que las enfermedades mentales proliferen en sociedades modernas, a pesar de que suene contradictorio, y es por ello que la salud mental ha de cuidarse más que nunca.

No importa el trabajo que tengas, las responsabilidades u objetivos. En cualquier momento todos somos vulnerables de pasar por algo similar. Y si encima le añades problemas familiares, de pareja o amistades pues todo se intensifica.

Si has llegado hasta este punto, entiendo que el tema te interesa. Así que por mi lado lo que quiero transmitir desde aquí, dado lo que he pasado, es que te cuides. Que la vida es larga y no tenemos que tener una prisa excesiva por alcanzar metas y que si te ves en un círculo similar, al menos seas consciente y tomes pasos para evitar una caída.

Ahora mismo me encuentro bien pero ya he visto la oscuridad de frente y por ello haré lo que esté en mi mano para llevar la vida con mayor equilibrio y menos ambición. Estoy orgullosa de lo que he conseguido en mi vida hasta la fecha pero ahora veo que sometí a mi organismo a demasiado y que no merece la pena.

En mi caso no ha sido por hacer trading/inversiones sino por el estilo de vida y estrés laboral, pero esto que cuento se puede aplicar a muchas situaciones.

Si te gustan los mercados, métete pero con cabeza, con estrategia y paciencia y teniendo en cuenta que la mayoría pierde y tú serás un@ de ellos en un alto porcentaje. Así que si te dedicas a ello, que no sea en cuerpo y alma, que no sea un «todo o nada» sino como algo que disfrutes y que si funciona, pues fantástico. Y escucha a tu cuerpo porque nos da pistas… pero tenemos que saber identificarlas.

Finalmente quiero recalcar que en este tiempo me he dado cuenta también de que este espacio que empezó como entretenimiento se acabó convirtiendo en una obligación. Y que si sigo escribiendo en él durante un tiempo, no va a ser por esto último, y de ahí este post.

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