Sí, ya lo sabemos. La fase lútea y sus giros hormonales de telenovela no son ninguna novedad en esta casa. Nosotras, veteranas del TDPM, ya tenemos más que fichados esos días en los que la vida parece un poco más gris, el aire pesa más y las lágrimas están listas para salir.
Pero hoy quiero detenerme un poco más en esos cambios microscópicos que ocurren en nuestro cerebro y cuerpo durante esta fase, porque aunque ya sepamos que algo pasa… a veces entender el «cómo» y el «por qué» puede darnos un poco de poder sobre el caos.
La famosa bajada de estrógenos (y su efecto dominó)
Después de la ovulación, el estrógeno —que hasta ese momento nos tenía en modo diosa empoderada— empieza a caer.
Y no es solo que baje: es que al hacerlo, arrastra consigo a la serotonina.
Menos estrógeno → menos serotonina → pensamientos negativos que se cuelan sin invitación.
Esa sensación de «todo me supera» o «no me reconozco» no es casualidad, es química pura.
Progesterona: de calmante a… ¿villana?
En teoría, la progesterona es nuestra aliada. Es la que debería darnos calma y ayudarnos a dormir. Pero claro, eso es en condiciones ideales.
Cuando sube demasiado rápido o cuando el cuerpo no la maneja bien (hola, TDPM), se convierte en alopregnanolona, y aunque suene sofisticado, puede desestabilizar el sistema nervioso.
La alopregnanolona es un metabolito de la progesterona. Eso quiere decir que, durante la fase lútea, cuando la progesterona sube, parte de ella se convierte en esta sustancia que actúa directamente en el cerebro.
En condiciones normales, la alopregnanolona es una diosa zen:
✨ Se une a los receptores GABA-A, que son los que promueven la calma.
✨ Nos ayuda a relajarnos, dormir mejor y mantener la ansiedad a raya.
✨ Es como un suave abrazo químico en días intensos.
PERO… (y este es el gran pero del TDPM)
En mujeres con hipersensibilidad al GABA o con alteraciones en cómo el cerebro responde a la alopregnanolona, sucede lo contrario.
En vez de calma, genera:
🚨 Irritabilidad
🚨 Ansiedad intensa
🚨 Cambios de humor bruscos
🚨 Sensación de despersonalización o «estar desconectada»
Esto es lo que en TDPM hace que pasemos de «todo bien» a «¿qué demonios me pasa hoy?» en cuestión de horas.
¿Por qué se comporta así en el TDPM?
La teoría más aceptada es que en mujeres con TDPM:
- El cerebro no regula bien la respuesta a la alopregnanolona.
- Puede haber una menor capacidad de los receptores GABA-A para responder adecuadamente, lo que hace que en vez de un efecto calmante, se genere una sensación de caos.
- Además, durante la fase final de la fase lútea (cuando la progesterona y alopregnanolona caen bruscamente), el cerebro pierde ese «abrazito químico» de golpe → boom, síntomas depresivos.
Es como si subieras a una montaña rusa que, en lugar de un descenso suave, simplemente te soltara en caída libre.
¿Y se puede hacer algo?
Aunque no podemos controlar directamente la producción de alopregnanolona, sí podemos trabajar sobre:
✅ La sensibilidad del GABA → mediante técnicas de relajación, meditación, respiración consciente y en algunos casos con apoyo de suplementos o medicación (siempre de la mano de profesionales).
✅ La inflamación → porque si la microbiota está bien, el cerebro recibe menos señales de alerta.
✅ La estabilidad hormonal en general → dieta, ejercicio suave, regulación del estrés.
Algunas terapias en investigación (como el uso de inhibidores selectivos del receptor GABA-A) están apuntando precisamente a esto: modular cómo reacciona el cerebro a la alopregnanolona para que no se convierta en esa amiga tóxica que llega justo cuando menos la necesitas.
Microbiota, inflamación y el gran combo
Ya lo hemos hablado mil veces, pero no me canso de repetirlo: la microbiota es vital en esto.
Cuando no está en equilibrio, la inflamación sube, y eso agrava aún más la respuesta del cerebro a estos cambios hormonales.
Un intestino inflamado + hormonas bailando + cerebro en alerta = el cóctel TDPM en todo su esplendor.
Entonces… ¿es solo hormonal? No, pero casi
Sí, las hormonas son las que inician la fiesta, pero todo el cuerpo se apunta:
- Sistema nervioso hiperreactivo
- Neurotransmisores a la baja
- Microbiota en estado de guerra
Y todo eso junto es lo que hace que la fase lútea en TDPM no sea un simple «estoy un poco más sensible», sino un auténtico desafío que a veces se siente imposible de navegar.
Así que ya lo sabes:
No es que seas inestable. No es que seas «demasiado emocional».
Es que hay una sustancia en tu cerebro que, en lugar de calmarte como debería, a veces se convierte en la chispa que prende el fuego.
Pero conociéndola bien (y sabiendo cómo llevarla con pinzas), se puede aprender a convivir con ella… sin que se adueñe de tus días (o al menos hay que intentarlo cada mes).
Esto también forma parte del viaje. Y como siempre, aquí seguimos, sin rendirnos. 💪🌙