A veces, empezar a trabajar en nuestra salud mental se parece mucho a pelar una cebolla. No porque inevitablemente acabemos llorando (aunque sí), sino porque a medida que profundizamos en quiénes somos, vamos quitando capas y descubriendo nuevas partes de nuestra historia que antes estaban ocultas o simplemente no queríamos mirar.
Y cada capa trae consigo recuerdos, heridas, patrones y explicaciones que nos ayudan a entender por qué somos como somos.
La primera capa: la crisis
En mi caso, el camino empezó con una crisis de ansiedad que más tarde desembocó en una depresión.
Fue un periodo difícil, confuso, en el que sentía que algo en mí no encajaba del todo, pero no podía entender qué. Durante años había sentido que había algo «raro» en cómo vivía mis emociones, especialmente en ciertos momentos del mes, pero lo atribuía al estrés, al cansancio o simplemente a una «mala racha».
Pero esa crisis fue la señal de que algo más profundo necesitaba atención.
Fue lo que me llevó a buscar ayuda y, con el tiempo, descubrí que lo que había detrás era un diagnóstico que dio sentido a muchas cosas: el Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM). Una condición que afecta tanto el cuerpo como la mente, y que, sin saberlo, llevaba años condicionando mi bienestar emocional.
Las siguientes capas: patrones, heridas y memoria emocional
Una vez pude ponerle nombre a lo que me pasaba, empecé a ver todo desde otro lugar.
Como si de repente tuviera un mapa que me permitiera entender por qué ciertos días me costaba tanto funcionar, o por qué a veces me sentía completamente desconectada de mí misma.
Y con ese entendimiento vinieron más descubrimientos.
Empecé a identificar patrones que se repetían:
- Cómo reaccionaba frente a ciertas personas
- Qué tipo de pensamientos se activaban en mí en momentos de vulnerabilidad
- Cómo muchas de mis respuestas actuales estaban profundamente ligadas a experiencias pasadas que no había sanado del todo…
Este proceso no fue inmediato, y tampoco fue lineal. Pero poco a poco, al quitar cada capa, me fui encontrando con una versión más honesta de mí. Más consciente, más compasiva, y también más fuerte.
El camino de conocerse: nunca termina, pero se vuelve más claro
Ir descubriendo estas capas no significa que un día lleguemos al centro de la cebolla y todo quede resuelto.
Al contrario, el autoconocimiento es un camino constante. Siempre hay algo nuevo que aprender de nosotras mismas, algo más que podemos sanar, mejorar o simplemente mirar con más compasión.
Pero cada paso en ese camino nos permite vivir con más claridad. Nos ayuda a responder desde el presente, en lugar de reaccionar desde heridas antiguas.
Nos enseña a cuidarnos de forma más profunda, y a construir una vida que tenga más sentido para nosotras.
Si hoy estás empezando…
Tal vez estés en la capa del caos, en la de la confusión o la tristeza. Y aunque no lo parezca, esa capa también tiene su propósito. A veces, lo único que necesitamos es quedarnos ahí un momento, respirar, y recordar que no estamos solas en esto.
💛 Cada capa que decides mirar, aunque duela, te acerca un poco más a ti misma.
No hay prisa.
Solo el compromiso, cada día, de seguir pelando con amor, paciencia y coraje.