Hoy hago una entrada más personal, con la idea de dejar un hueco para que mujeres que padezcan este trastorno compartan sus experiencias y reflexiones sin necesidad de que aparezcan sus nombres. En este blog hablo frecuentemente del TDPM (trastorno disfórico premenstrual), trastorno que padezco en mis carnes.

El punto de inflexión

El año pasado fui diagnosticada con este trastorno mientras cursaba una etapa de ansiedad muy elevada y depresión que me sirvió de autoconocimiento.

A pesar de lo duro que fue este periodo, y de hacerme bailar con la locura completamente, destapó todo lo que había bajo la alfombra. Es como si el despertador que llevaba postponiendo durante años hubiese llegado a su final y para eliminarlo tenía que mirarlo a la cara. Era eso o seguir en crazytown con un sufrimiento insoportable.

A día de hoy me alegra mucho haber entendido esta parte de mí que daba sentido a muchos capítulos de mi vida. Y aunque esto agravó aún más la ansiedad y depresión, era una fase necesaria.

Cuando leo las historias de otras mujeres que pasan por este trastorno, coincidimos en que éste ha estado normalmente agazapado, incluso desde la niñez o adolescencia para muchas. Y no, no es un aspecto que influya en nuestras vidas, sino que es nuestra vida.

La pieza que faltaba

De repente todos esos periodos de cansancio, ansiedad, bajones y cambios radicales cobran sentido. Entiendes por qué tu vida ha sido tan periódica y marcada por cambios constantes en tu forma de ver el mundo, las relaciones, el futuro y el pasado. Miras al pasado con otros ojos, y quieres abrazar a esa niña, adolescente y mujer que se ha sentido tan incomprendida. Tan sola y confundida ante un trastorno que te hace dar un paso al frente, para luego dar dos atrás.

Además ves que el tiempo no ayuda, que con el paso de los años sus síntomas se agravan. Ya sea porque las hormonas se intensifican, porque tu cupo de dolor se vuelve cada vez más débil, o porque el cansancio de tan repetidos episodios te hacen perder la esperanza cada día un poquito más.

A pesar del dolor, de los días en que crees que nunca podrás estar bien, y de los momentos en que parece perder el sentido seguir adelante por el dolor mental que causa… sientes que tienes que seguir un paso más, que el autoconocimiento te dará fuerzas y que quizás, quizás, quizás, algún día demos con el “método” para sufrir menos.

Esperanza

Este trastorno es tan duro a nivel mental y en muchos casos físico, que lleva a un porcentaje alto de las mujeres que lo padecen a decidir quitarse la vida o a vivirla en un estado de soledad y sufrimiento por lo que destruye. Pero tienes que seguir con esperanza, apoyándote en las personas que quieres, en la persona que eres y que serás en esos días donde el sol brille un poco más y recordar que aún en el peor de los momentos puedes un poco más, aunque a veces esa línea sea tan delgada.

Aquellas personas que no saben lo que es sufrir una enfermedad psiquátrica les puede parecer una excentricidad o incluso juzgarte por no valorar lo que tienes (como si de eso se tratase). Sin embargo no se cuestionan por qué por ejemplo la persona esquizofrénica no deja de ver y oir voces con un libro de autoayuda o cariño del entorno. Pero tienes que aprender a no dar explicaciones, a no justificarte y a aceptar que no todo el mundo puede entenderlo.

A todas aquellas que luchan día a día y sufren, les aplaudo por su valor y fuerzas y un abrazo aún mayor para aquellas que se quedaron en el camino.

Últimamente veo programas que están estudiando este trastorno a fondo para manejarlo mejor y eso me da esperanzas.

Cada día me llegan mujeres a este espacio con síntomas muy elevados y espero que desde este lugar de internet y con el poder que me dan las teclas, consiga arrojar un poco más de luz y herramientas.

2 Respuestas a “Vivir con el trastorno disfórico premenstrual: Vol I”

  1. Hola yo pase por lo mismo. Yo pensaba que era bipolar. Hace 2 años mi marido fue el que se dio cuenta que me pasaba algo, y empezamos a buscar información. Nos dimos cuenta que cada vez que tenía problemas en el trabajo o discutiamos mucho por tonterias faltaba unos días para tener la regla también me pasaba que solía recordar cosas del pasado que me sucedieron con 6 años y no paraba de llorar. Se lo comente a la médica lo del SDPM pero no sabía de él, aún así me mando al ginecólogo y al siquiatra. En el ginecólogo me mandaron apuntar todo lo que sentía en el mes durante 3 meses. Fue donde me di cuenta que era feliz 1 semana al mes. Y la ginecóloga me diagnóstico el TDPM. Me dieron un anticonceptivo para que me viniera la regla solo una vez cada 3 meses. Estaba bien los meses que no venia pero en cuanto me venía aún fue peor estaba un mes y pico mal. Se lo comente a la ginecóloga y me cambiaron para otras que no me viene la regla. Por fin he visto la luz al final del túnel ahora somos más felices. Y después de 2 años con la sicóloga por fin me atrevi con la ayuda de la sicóloga a contarles a mis padres lo que me sucedió con mi tío a los 6 años me quite una piedra muy grande que tenía encima. Se acabaron esas depresiones que tuve que no entendía y que hacia pensar quitarme la vida doy gracias que no lo hice ya que lo tengo todo un marido estupendo que se preocupa por mi, unos hijos maravillosos que tuvieron que sufrir conmigo todos mis llantos y mi mal humor, y unos padres que me apoyaron en la depresión y cuando le conté lo sucedido no dudaron de mi. Ahora mismo no tengo problemas en el trabajo y me siento feliz y afortunada. Un saludo.

    1. Wow Mónica gracias por compartir tu historia (L) y me alegra mucho saber que a día de hoy estás bien. Una vez que contamos con un diagnóstico, las cosas empiezan a cambiar. El autoconocimiento es esencial y si encima has podido trabajar en un trauma de la infancia, pues más aún. A día de hoy sigues con las pastillas que te quitan el periodo? Y cuáles son por curiosidad? Esto aún no me lo he planteado pero a largo plazo probablemente. Un abrazo!!

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